viernes, 27 de enero de 2012

Voy a volar alto, donde nunca me dejaste ir.

Mi cabeza está en todas partes menos conmigo, con el corazón revolucionado a mil por hora, pero con los pies en el suelo.
Sé que aún tengo mis alas, sé que sigo siendo la misma tía llorona y más blanda que el osito de Mimosín, por mucha coraza que me invente; pero aún no ha llegado la persona que rompa con ella. También sé que sigo llevando a muchas personas dentro, que se fueron, que no merecen ese hueco.Pero no puedo controlar eso; no controlo los recuerdos, ni los sentimientos, ni puedo controlar el pasado, porque es eso, pasado. Cojo aire y trago saliva, saliva y errores con sus respectivas consecuencias.
Aprendí a asumirlos, a retirarme y a rendirme cuando ya no tenía más que hacer.Derroté y me derrotaron.Fallé, me fallaron e incluso aún me sigo fallando yo.
De los errores se aprende, sí, pero la vez número 50 de haber cometido el mismo.
Muchas veces uno mismo es su propio error, su propio problema, su propia putada y su propio amor.
Fuí (y soy) mi propio error cuando no me valoré lo suficiente y dejé que me tiraran por tierra, fuí mi propio problema cuando me abandoné y no puse de mi parte por levantarme y tampoco dejé que me ayudaran, fuí mi propia putada cuando perdí tantas cosas, incluso me perdí a mi misma por algo y alguien que no merecía la pena y fuí mi propio amor, cuando descubrí que nadie me va a querer, que nadie va a mirar por mí y que nadie va a tirar p'alante, mejor que yo misma y cambié el chip.
Que yo soy mis propias alas; como también soy mi propia derrota y mi peor enemiga.Y que ese alguien "especial", será la pieza para completar mi puzzle, aunque no me sienta completamente incompleta por ésta, al menos...por ahora.
Me estamparé, me caeré y me partiré la cabeza, el alma y el corazón con la misma puta piedra 50 veces, pero ella no podrá más que yo.

martes, 24 de enero de 2012

"No puedo más".

Creo que lo he dicho ya tantas veces que ha perdido su significado para mí. Siempre creo que no puedo más, que la vida no puede pegarme más duro y en ese momento, me hundo un poco más.
Realmente no puedo decir que nunca haya salido a flote, porque las heridas siempre dejan cicatrices en el alma. Y hoy es uno de esos días en que las ves y recuerdas cómo se abrieron, cuanto dolieron y buscas, como cada vez que sientes ese nudo en la garganta, a esa odiada soledad que parece perseguirte vayas donde vayas.
Me miro en un espejo de una casa vacía, de una casa que ya jamás volverá a ser la mía, ya jamás volverá a ser "mi hogar" y no me reconozco. No encuentro a aquella niña que soñaba, ya no encuentro a aquella que era feliz simplemente escuchando "si me das un beso, te doy una cosa". ¿Dónde perdí aquella inocencia? ¿Por qué no puede volver? Sentarme en este cuarto, en tu lado de la cama, donde tú siempre dormiste y echarte de menos, pensar que ya no está tu ropa, que ya no puedo olerte y que lo único que me queda de ti es una fría lápida.
No sé si realmente lloro por esto o me excuso a mí misma por ser infeliz sin tener derecho a serlo.
En este momento no quiero oír voces, ni quiero un abrazo, tan sólo quiero escuchar el sonido de las teclas mientras se consume el cigarro que también consume mi ansiedad. Ahora, quiero que desparezca esta persona a la que no conozco o tal vez conozca demasiado bien y por eso odio.
Suplico a Dios que pare de apretarme si no me va a ahogar, que mi alrededor deje de buscarme, de tratar de encontrarme y de hacerme sentir mal por querer abandonarlo todo en estos momentos.
Busco las razones en mi alma, en mi pecho, en mi cabeza, pero sólo encuentro el vacío de este cuarto, de esta casa que está demasiado llena de la nada de todo lo que antes fue, de lo que pudo ser y nunca será.
Quiero seguir escribiendo y no encuentro palabras, quiero dejar de llorar y no encuentro consuelo, quiero, quiero, quiero, quiero. Lo necesito, en realidad.
Escupo palabras mezcladas con la sangre contaminada que corre por mis venas, La sangre que ahora se siente obligada a vivir, Intentando convencerse a sí misma de que el motivo merece la pena, Pero a veces asaltan las dudas cuando no eres capaz de respirar el aire que te ofrece el mundo que un día amaste.
Me he silenciado el corazón tantas veces que, en este preciso instante, parece incapaz de gritar, como siempre lo hizo, parece querer escaparse de mi cuerpo.

Sigo la lucha, con dolor en el pecho. Porque peleo con el corazón, y aun queda trecho.

He cambiado tanto en todo este tiempo que duele hasta reconocerlo. Es una sensación de vacío que me come por dentro, es tener demasiada gente alrededor y ahogarte en tu soledad. Es estar en silencio mientras todos hablan, es derramar lágrimas cuando piensas que ya no te quedaba ninguna. Es morir en cada minuto, sufrir en silencio, y a veces, gritar de dolor. Encerrarte en tus pensamientos para no molestar a nadie. Y no hacer nada de ruido, no vaya a ser que se enfaden. Me escondo entre grietas y procuro no salir, para que nadie me encuentre. Pero a veces, mis llantos me delatan y la gente viene a ver qué pasa, aunque realmente no darían una mierda por intentar arreglarme. Estoy rota y no tengo reparación, soy como ese muñeco defectuoso que acaba en un contenedor porque nadie lo quiere. Soy la comida que menos te gusta y ese programa con el que siempre cambias de canal cuando lo echan. La canción que borras del Itunes o simplemente te la saltas cuando sale en aleatorio. Soy un montón de sueños rotos, desesperanzas y fracasos. No valgo nada, ni nunca lo valdré, pero vivo con ello porque es lo que me ha tocado. Vivo callada y sin remedio. Vivo esperando a que alguien me intente arreglar, aunque realmente tengo asimilado que nunca tendré reparo.

lunes, 23 de enero de 2012

El destino baraja las cartas, tú las juegas.

Perder el miedo y volver a caer. Ilusionarse y romperse de nuevo.
Casi todas las veces ocurre lo mismo y aunque cansa, la vida se basa en ello; caer y levantarse, ganar, perder, derrotas y victorias, idas, venidas, pérdidas y encuentros.
La putada es que es tan constante, que yo ya siento que la mayoría de tiempo, es diciembre por dentro.
No existen fechas de caducidad para los sentimientos y tampoco se pueden quemar los recuerdos. Putada por una parte, pero creo que por otra es mejor, al fin y al cabo es lo que te hace fuerte.
A veces perdono, pero nunca olvido. Siempre hay una primera decepción, pero nunca una última. Mil veces he pensado estar tocando fondo y en verdad ni lo rozaba.
Y hoy escribo por cada una de las cosas que me hicieron pensar que era así y por cada una de las cosas que me demostraron lo contrario. Por las cosas que buscaba sin darme cuenta de que las tenía demasiado cerca. Por las veces que perdiéndome me encontré.
Por perderte sin perderme y por querer que no vuelvas.
Por las decepciones y las mentiras; por ti, por mí, por ese "nosotros" que no existió; ni creo que exista.
Por todas las noches en vela en las que me acompañabas sin estar conmigo.

Por llorar recuerdos y malgastar lágrimas y tiempo, dejando que ambas cosas me gasten a mí.

sábado, 21 de enero de 2012

Aun quedan huellas invisibles...

Después de un polvo más guarro que largo, ya nadie agarra la guitarra, ni susurra al oído palabras gastadas de amor. Se vestía deprisa, encendía un cigarro, me miraba a través del espejo del baño... A cuántos tienes que herir antes de admitir que la única voz que quieres escuchar, después de mezclar el sexo con amor, está a nueve paradas de metro, ni lo sé, ni me importa hoy. Como en la canción, me pregunto donde estarás esta noche. Aquí no.  Cuando después de sudar ya no se habla de las ciudades que quieres asaltar con seis cuerdas como único equipaje. Abrir los ojos después de un orgasmo que no llega y recordarlo diciendo con un par de huevos, "si tú saltas yo salto", y ninguno de los dos saltó.  La adrenalina en camas separadas, es lo peor del amor cuando termina. Me vuelvo loca entre este millón de canciones que explotan en mi cabeza. Reproches y rencor. Si alguien podía salvarme, hubieras sido tú... Y a veces aún suena rompiendo el silencio de la noche y una armónica me estruja el corazón. Y me acuerdo de ti. Por mucho que algo te duela, a veces, dejarlo, duele aún más.

jueves, 19 de enero de 2012

Pienso que yo ya vi suficiente.

Sí... Y ahí está, ante vosotros, una pequeña imagen que ojalá nunca hubieseis contemplado. Sí, os ahogáis en vuestro pequeño y oscuro interior intentando buscarle una explicación a lo que vuestros ojos han tenido que presenciar...
Quizás un beso....
Quizás una sonrisa que grita que la necesita...
Quizás una mirada que dice más de lo que cree...
Quizás unas simples huellas en su piel...
¿Sabéis de lo que os hablo?
¿Sabéis de esa sensación en la que no paráis de pensar "por qué"?
Esa sensación la que en vuestra mente solo se concentra la idea de que en qué momento os dejaron solos en un absurdo juego que no conseguís darle final. Esa sensación en la que todo ha perdido el poco sentido que pensabas que tenía. Esa sensación en la que tu corazón se ha parado por un instante y ya no siente ni late de la misma forma. Esa sensación en la que el frío ha regresado a tu interior. Esa sensación en la que no alcanzas a tener consuelo alguno, tan solo de él. Esa sensación en la que nada vuelve a ser igual para ti. Esa sensación en la que buscas sus cálidos abrazos pero no sabes con quién estará. Esa sensación en que te sientes engañada. Esa sensación en la que piensas que ojalá nunca hubieses visto nada....

Es cierto eso que dicen... Tan cierto que tenía miedo a escucharlo en mi débil mente....

"Ojos que no ven... Corazón que no siente..."

martes, 17 de enero de 2012

"They made us believe", John Lennon

Nos hicieron creer que el "gran amor " sólo sucede una vez, generalmente antes de los 30 años. No nos contaron que el amor no es accionado, ni llega en un momento determinado. Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida sólo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en la vida merece cargar en las espaldas la responsabilidad de otro. Nos hicieron creer en una fórmula llamada "dos en uno": dos personas pensando igual, actuando igual, que era eso lo que funcionaba. No nos contaron que eso tiene un nombre: anulación. Que sólo siendo con personalidad propia, podremos tener una relación saludable. Nos hicieron creer que el matrimonio es obligatorio y que los deseos fuera de término deben ser reprimidos. Nos hicieron creer que los guapos y delgados son más amados. Nos hicieron creer que sólo hay una fórmula para ser feliz, la misma para todos, y los que escapan de ella están condenados a la marginalidad. No nos contaron que estas fórmulas son equivocadas, frustran a las personas, son alienantes, y que podemos intentar otras alternativas. ¡Ah!, tampoco nos dijeron que nadie nos iba a decir todo esto... Cada uno lo va a tener que descubrir solo. Y cuando estés enamorado de ti mismo, es cuando podrás enamorarte de alguien.

lunes, 16 de enero de 2012

¿Sabes? Me entristece ver lo triste, seca e injusta que es la vida la mayoría de las veces.

Sola, sentada en cualquier esquina de cualquier calle sin más compañía que la de un cigarro, mirando como la vida pasa y yo sigo aquí, estancada donde me quedé hace años, en esta oscura y fría noche que parece que nunca amanecerá. Por mucho que pase el tiempo nada cambia, yo no cambio ni mi situación ni mi suerte tampoco. Pero la vida se agota, los momentos pasan y no se vuelven a recuperar jamás. Hoy es de esos días que me gustaría volver atrás en el tiempo tan sólo para volver a sentir lo que hace tanto tiempo que ya no siento, para no pensar que estoy desperdiciando mi vida con la más miserable y absoluta de las soledades mientras todo el mundo aprovecha las oportunidades para ser feliz. Yo no. La vida no me brinda oportunidades, y dado el fracaso de todos mis intentos yo misma dejé de buscarlas. Pero no hay remedio a la soledad ni arma invencible para luchar contra ella. Es así y punto. Y no por eso significa que la situación sea menos deprimente.

sábado, 14 de enero de 2012

Inventar nuevos horizontes.

Y sí, reconozco que en algunos momentos yo también lloro. Cuando nadie mira, cuando estoy muy sola, cuando sé con toda certeza que no habrá testigos. Poco a poco los ojos me escuecen, los recuerdos inundan mi cabeza y las lágrimas escapan de mis ojos alegres de ser, por fin, libres. Lloro con angustia, con ansiedad, con rabia... Hasta el puto punto de no poder parar, sintiendo que en cualquier momento puedo llegar a ahogarme en mi propia tristeza. Sí, lloro. Pero no, eso no significa que sea débil, significa que llevo demasiado tiempo siendo fuerte

viernes, 13 de enero de 2012

Sometimes it lasts in love, but sometimes it hurts instead.

Y es así, uno pasa la vida preguntándose por el sentido de la vida, esperando ese algo que falta y que nos hará felices. Y tal vez la respuesta sea que la vida no tiene sentido. Que la vida simplemente se vive. Y simplemente viviendo, podamos decir al final, que nuestra vida valió la pena.

Nadie está a salvo de los aguaceros si donde llueve es en el corazón. Y en el mío, diluvia.

Mira atrás un segundo. ¿Qué ves?
Hace unos años yo era muy distinta. Era tímida, reservada, hablaba poco y reía aún menos. Me costaba mostrarme y se me atragantaban los sentimientos. Alguna vez cayó alguna mentira piadosa, pero era buena chica... No tenía mucha autoestima, pero en el fondo pensaba que era mejor de lo que los demás creían. Tenía la cabeza llena de tonterías, y a los doce años ya me creía algo más madura que el resto. Me moría de vergüenza cuando tenía que hablar en cualquier tienda o restaurante, y casi siempre lo evitaba; y además me daban miedo un montón de cosas, y me rendía con facilidad. Nunca creí en los cuentos de hadas pero si que confiaba en que todo el mundo fuera bueno y cariñoso. No tenía mucho mundo, ni era muy popular; siempre buscaba dar más de mí misma y era muy perfeccionista. Pasaba desapercibida, era poca cosa, y no me importaba demasiado mi aspecto. Me daba pánico hacer el ridículo y por eso me quedé con ganas de hacer muchas cosas. Vivía en una continua espera de algo genial que siempre estaba por llegar...
¿Y ahora? ¿Qué queda de eso ahora?
Ahora... he cambiado un mundo y medio. Soy extrovertida, y a veces incluso atrevida. Hablo todo lo que puedo y me río aún más. Se me siguen atragantando los sentimientos, pero he conseguido aprender a expresarme de una forma más o menos decente. Dejé las mentiras piadosas para convertirme en casi la sinceridad en persona. La autoestima sigue donde estaba, pero ahora pienso que no soy tan buena como todo el mundo cree. Sigo con la cabeza llena de tonterías y, con deciseis años, me niego a aceptar que soy mayor. Al menos, ahora solo me muero de vergüenza en determinadas ocasiones, lo demás lo llevo bien; y el único miedo que conservo es quedarme sola. Sigo rindiéndome con facilidad aunque ahora no me molesto en disimular y, a veces, incluso soy capaz de luchar por algo... si de verdad me importa. También he descubierto que la bondad mundial es un chiste, y la gente no hace más que decepcionarme. He visto un montón de cosas, conozco a muchísima gente... y me importa muy poca. Tengo la sensación de que el número de personas que realmente saben quién soy es inversamente proporcional a mis deseos de que a todo el mundo le guste lo que ve. Y sí, sigo siendo igual de perfeccionista, y nunca me parecerá que doy lo suficiente de mí misma. Pero ya no paso tan desapercibida, y está claro que me preocupo por mi aspecto. Sigue dándome pánico hacer el ridículo, pero cuido cada uno de los pasos que doy para que eso no suceda. Hace mucho que no me quedo con ganas de hacer nada... y jamás me arrepentiré de algo que haya hecho. Vivo con la presión constante de hacer de mi existencia algo genial que valga la pena. Aunque alguna vez haya llegado a pensar que ni siquiera sé si yo valgo la pena.

miércoles, 11 de enero de 2012

Es como cuando sientes tanto, que no sientes nada. Es como cuando duele todo pero no te importa nada.

Estaba sola. Totalmente sola en un fatídico día que desearía no hubiera empezado nunca. Esos días en los que, más que vivir, recuerdas. Y en tu mente se agolpan millones de recuerdos, como si estuvieran haciendo cola para entrar en tu mente e inundar todos tus pensamientos. Nunca había conocido el verdadero significado de frases como: ‘’Se me vino el mundo encima’’, ahora lo entendía. ¿Qué es ese peso que siente? No sólo sobre los hombros, sobre cada parte de su cuerpo. Su pecho se hunde hacia dentro como queriendo esconderse y eso está aplastando a su corazón, que se queja por el dolor que provoca dicho aplastamiento y le produce ansiedad; no puede mover las piernas, como si algo horrible la estuviera empujando y por más que quiera correr no alcanza a mover un solo músculo. ¿Y todo esto lo hace un recuerdo? ¿Qué es un recuerdo, al fin y al cabo? Sólo son imágenes, sonidos, reproducciones de hechos pasados, hechos que has vivido en tu vida y que han tenido la suficiente fuerza como para grabarse en un rincón de tu mente, para después salir a la luz el día menos pensado y también menos apropiado.
Y una cosa que ni siquiera se puede tocar, ¿hace tanto daño? ¿Por qué? Creo que aún no sé la respuesta, pero aun así, es algo que no se puede tocar, es cierto, pero se puede sentir muy dentro de ti, con cada terminación nerviosa, con cada músculo que se contrae, con la reacción del estómago que se cierra en respuesta, con los pulmones que no quieren seguir funcionando, con la tensión de las cuerdas vocales y la imposibilidad de hablar.

Sentirlo así. Y, a veces, eso hace más daño que cualquier otra cosa.

domingo, 8 de enero de 2012

Lamentablemente vas a tener que vivirlo para que puedas entenderlo...

No quiero saber nada del mundo. No estoy sola, no, pero me siento sola... 
Casi siempre ha sido así, para qué engañarnos. No soy una chica muy optimista, nunca lo fui o quizás ya no recuerdo el día en que lo era...
He cambiado demasiado en muy poco tiempo... 
He querido tanto que me he asfixiado en mí misma y, ahora, ¿qué me queda? La necesidad de pasar tiempo con alguien, de sentir el cariño que tanto tiempo me negué, el sentirme... ¿Querida? No lo sé... Necesito que alguien venga, me saque de todo esto, de mi desesperación, de mi agonía. Necesito escapar. Abrir la puerta y ver a la persona más inesperada detrás con una sonrisa de esas que no puedes aguantar y esperar a que vaya a articular palabra para enmudecerla con un simple beso. Necesito deseo, caricias, besos lentos... Quiero que el nerviosismo me recorra, que las risas tímidas salgan de mi yo más profundo y escondido, que mis ojos miren a otros y no tener que decir nada porque todo está dicho, porque todo lo sabemos. Quiero sostener su mano y sentir que soy yo y no otra la que pudo estar en ese día, en ese lugar, en ese momento, con él.


Si me preguntaran ahora mismo lo que quiero, no sabría responder. Mil cosas querrían salir de mi boca, mil sentimientos, mil deseos y quizás todos se concentrarían en uno solo. Sé lo que quiero en el momento preciso, el resto, lo olvido. El resto, me sobra. No soy de las que saben a ciencia cierta todo lo que recorre su mente, sus deseos más olvidados. 
No, no soy así. 

Confundida y con las ideas claras.

Miles de pensamientos y argumentos absurdos siguen divagando entre mis neuronas tratando de activar alguna que otra reacción en mí. Se me hace difícil y fácil a la vez decirle al mundo entero cómo me siento. No sé cómo empezar ni cómo terminar, lo del medio me lo trago de vez en cuando y es entonces cuando me quedo vacía. 
No tengo razones, no tengo amores fieles o largos recuerdos. No tengo meses de noviazgo, ni besos de película, ni abrazos cálidos y llenos de sentimientos, ni siquiera caminatas bajo la lluvia de la mano de alguien. Solo poseo una serie de imágenes confusas que muestran el paso de mis pies por esta vida, una seguidilla de caídas, risas, arrepentimientos, llantos, charlas filosóficas, disculpas, largos suspiros que escondían aquello que sentía, miradas tímidas con miedo a reaccionar, roces al pasar, besos perdidos, palabras susurradas, mentiras entre los dedos.


¿Mi realidad? No sé cambiar. No tengo manual, ni instrucciones y mucho menos maestros.
Hace tiempo que la cara de la luna me parece diferente cada día y ya hasta las puestas de sol me quedan chicas. Siento que caigo en picado y cada vez intento sonreír más fuerte, aunque cada vez se ve más falso o, por lo menos, lo siento así. Lo hago escondiendo fantasmas del pasado, de los que apenas hablo. Miro lo que viví y solo me consuela saber que tengo mucho tiepo más para arreglar las tonterías que hice o las jugadas que me salieron mal.  
Las lágrimas caen ante la impotencia, la soledad que me acompañó por tanto tiempo, ante la imagen del primer recuerdo triste, ante el primer silencio incómodo. 
Vivencias que se acumularon y multiplicaron en solo un par de años.
“No puedo dejarme vencer” pienso. Y es verdad, no puedo, no debo. Hay miles de razones para sonreír, pero solo algunas ideas tristes hacen que se plante en mi cara la desilusión. Me puede el alma, soy así, contradictoria y sentimental a veces. Fría cuando me conviene e impulsiva casi siempre. Me he dejado pasar por encima miles de veces en el corto tiempo que vengo respirando. He sido insegura y masoquista, quizás demasiadas veces...