miércoles, 11 de enero de 2012

Es como cuando sientes tanto, que no sientes nada. Es como cuando duele todo pero no te importa nada.

Estaba sola. Totalmente sola en un fatídico día que desearía no hubiera empezado nunca. Esos días en los que, más que vivir, recuerdas. Y en tu mente se agolpan millones de recuerdos, como si estuvieran haciendo cola para entrar en tu mente e inundar todos tus pensamientos. Nunca había conocido el verdadero significado de frases como: ‘’Se me vino el mundo encima’’, ahora lo entendía. ¿Qué es ese peso que siente? No sólo sobre los hombros, sobre cada parte de su cuerpo. Su pecho se hunde hacia dentro como queriendo esconderse y eso está aplastando a su corazón, que se queja por el dolor que provoca dicho aplastamiento y le produce ansiedad; no puede mover las piernas, como si algo horrible la estuviera empujando y por más que quiera correr no alcanza a mover un solo músculo. ¿Y todo esto lo hace un recuerdo? ¿Qué es un recuerdo, al fin y al cabo? Sólo son imágenes, sonidos, reproducciones de hechos pasados, hechos que has vivido en tu vida y que han tenido la suficiente fuerza como para grabarse en un rincón de tu mente, para después salir a la luz el día menos pensado y también menos apropiado.
Y una cosa que ni siquiera se puede tocar, ¿hace tanto daño? ¿Por qué? Creo que aún no sé la respuesta, pero aun así, es algo que no se puede tocar, es cierto, pero se puede sentir muy dentro de ti, con cada terminación nerviosa, con cada músculo que se contrae, con la reacción del estómago que se cierra en respuesta, con los pulmones que no quieren seguir funcionando, con la tensión de las cuerdas vocales y la imposibilidad de hablar.

Sentirlo así. Y, a veces, eso hace más daño que cualquier otra cosa.